Popular Posts

> La crisis de los 30


Justo antes de cumplir los 29 empecé a sentir la crisis de los 30. Científicamente era imposible que algo así me ocurriera, pues aún tenía 28 años, pero grandes multinacionales de la industria alimentaria como The Coca-Cola Company, McDonald’s y Matutano, sobre todo Matutano, habían obrado el milagro: panza en plena juventud. Antes de los casi 30, los antiguos casi 20. Una tragedia. Años de mi vida concienciándome para quedarme calvo y, de pronto, fui sorprendido por un acontecimiento inesperado para el que no estaba preparado: el adiós a las camisetas ajustadas, el hasta luego a los bañadores surferos, el hasta siempre al sueño de lucir six-pack en alguna playa nudista de Huelva. Delgado y con barriga patatera. Solo hay algo peor: ser gordo y con tetas. Menos mal que conservaba pelo en la cabeza. Un acierto, sin duda, abandonar la gomina años atrás.
Un día una alarma se activó en mi cerebro al ver a mi novia, la archiconocida en el mundo del atletismo Noemí Pinkastikova, volver de una sesión de running. Llevaba meses viéndola salir a correr varias veces a la semana, pero hasta ese momento el verbo correr no me resultaba interesante, salvo conjugado sabiamente con un pronombre reflexivo. 
Ella me animó durante semanas, y me preparé psicológicamente días tras día para afrontar mi primer entreno. Una mañana desempolvé mis viejas zapatillas de deporte compradas antes de la entrada de España en el euro, en mi primer intento fallido de hacer deporte, justo después de cumplir los 20, los nuevos  10, y me lancé a la calle ante su mirada emocionada y orgullosa. 
Casi cuatro kilómetros me llevaron al borde de la muerte súbita, provocada, seguramente, por un fallo multiorgánico derivado del esfuerzo extremo al que fue sometido mi cuerpo. Pero eso no fue lo más grave. Mi novia descubrió mi verdadero motivo para no hacer deporte: la pereza. Quizás algún problema físico me hubiera servido de excusa perfecta para no correr nunca más. Pero era demasiado tarde. El gusanillo de la vida sana y el ejercicio ya se había instalado en mi cabeza. Ahora solo faltaba que se instalara en mi barriga y la fuera devorando poco a poco. 
El temor a las agujetas y el amor a mi novia me llevaron a salir a correr varias veces por semana. Desde entonces he cometido las fechorías más terribles: he entrenado con camisetas de carreras en las que no he participado (por lo visto, algo imperdonable según el código de honor del running); he corrido justo después de desayunar y he tenido que parar al borde del vómito; y me inscribí en mi primera carrera de 5km, en la que salí como un rayo adelantando a cientos de personas y en la que a mitad de carrera todos me adelantaron a mí.
Pero también he aprendido algo importante en todo este tiempo. Correr despeja la mente, saturada de incertidumbre en estos tiempos difíciles. Correr ayuda a sentirte mejor contigo mismo y mejor en tu ropa. Correr corrige nuestra alimentación y nos acerca a una vida más sana. Una bolsa de patatas fritas parece mucho más perjudicial después de una carrera. Y la bollería industrial, mucho más… industrial. 
Si yo he podido, todos pueden. Te animo a que lo hagas si alguna vez has pensado hacerlo. Y te animo con más entusiasmo si nunca te lo has planteado. La vida no es muy larga, pero si muy ancha. Y caben muchas cosas. Seguro que tienes unos minutos a la semana para ayudar a tu cuerpo a sentirse bien. Hay endorfinas huérfanas de corredores. Apadrina a una. Te costará únicamente un par de horas a la semana. Tan solo hay un secreto: entrena primero tu fuerza de voluntad.
Por cierto, disculpa si eres un gordo con tetas. Antes hablaba en sentido figurado.

Daniel Torrado.



15 comentarios :

  1. Me has convencido. Esta misma tarde salgo a correr!!! Ya he preparado las zapatillas perfectas, los pantalones adecuados y sólo me queda escoger bien la camiseta... Para colmo, soy un gordo con tetas... Hay que salir corriendo ¡ya!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ánimo! Al principio es duro, pero poco a poco empezarás a disfrutar!

      Eliminar
  2. ¿Esto también sirve par los que tenemos 10 años más y 10 kilos más que tú? Me lo voy a pensar seriamente antes de que yo también entre en crisis, (y mira que eso es difícil).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Rubén! Con más motivo! Aunque el mundo sabe que tienes una genética prodigiosa que te mantiene como un adolescente!

      Eliminar
  3. Muy buena la crónica!! Lo mejor "Hay endorfinas huérfanas de corredores. Apadrina a una" jejejeje!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias JP! Tenemos que ver la próxima carrera!

      Eliminar
    2. Endorfinas huérfanas es un nuevo mantra runner!

      Eliminar
  4. Daniel Torrado, te sales!!! Genial =)

    ResponderEliminar
  5. Muy bueno señor Daniel,

    Lo intenté, sólo duré 3 carreras.

    Intento ser un gordo tetudo feliz ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Rafita! Pero tú nunca has sido si serás un gordo tetudo! Un abrazo!

      Eliminar
  6. Acabo de conocer esta página con este artículo y ya la tengo guardada en favoritos. Genial el artículo!!

    P.S: y no nos pones unas fotos de tu novia?
    Es broma no te rayes

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias! Pinkastikova ha sido tentada por Interviú, pero aún se lo está pensando... ;)

      Eliminar
  7. Gracias! nos alegra que te guste nuestra pagina. Puedes estar al tanto de actualizaciones en nuestros perfiles de Facebook y Twitter

    ResponderEliminar
  8. Jooo Dani, hace un mes que quiero ir a correr o patinar por las noches de nuevo y nunca lo consigo pero ahora después de leer esto VOY SEGURO, yo también quiero apadrinar una endorfina!!
    Gracias :).
    Anduriña

    ResponderEliminar