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> Saltwater Buddha (Jaimal Yogis)

Dicen que hay veces en las que un libro te busca. No sé si creo en eso, los libros son objetos, y los objetos no lo buscan a uno, es uno el que busca a los objetos, ¿o no?

Hace poco empecé en esto del Yoga como complemento a mis entrenamientos, la manera más fácil y efectiva que tenía para estirar bien los músculos era pegarme una hora manteniendo posturas extrañas y tratando de pensar en la respiración. Curiosamente en aquella época andaba con molestias en las rodillas que me habían hecho dejar de correr, así es que andaba con sesiones de fisioterapia y tratando de encontrar entretenimiento en otros deportes (¡y empecé a nadar!). En esto del Yoga me metió un amigo, el mismo que me empujó a hacer triatlón o carreras por montaña (hay amigos que te llevan de fiesta y otros te llevan a estas cosas), y supongo que animado por mi hambre de libros constante me recomendó Saltwater Buddha (Jaimal Yogis, editorial Barracuda). Lo compré, no sin cierto esfuerzo (no es un libro que vayas a encontrar en tu librería habitual), y andaba dando vueltas por la habitación hasta que un día me lo llevé a la sesión de fisioterapia. Cuando terminé, por recomendación de la especialista, me fui a caminar por la playa (soy de esa gente con suerte que puede contemplar el mar cada día), y tras un rato caminando descalzo por la arena desierta, me senté y empecé la lectura de este libro que, sin ser genial, no podría dejar de recomendar.

Saltwater Buddha es la historia de un adolescente que respira el budismo desde la infancia y que, enamorado del mar, abandona todo para irse a surfear al idílico paraíso de Hawai. A través de sus páginas nos sumergiremos numerosas veces en las olas, mezclando constantemente la pasión por este deporte con la búsqueda de un sentido más trascendental de la existencia. En un constante juego de “ensayo y error” el protagonista va descubriendo su parte más profunda a la vez que aprende a deslizarse sobre el océano, y en un constante crecimiento acaba introduciendo en uno las ganas de apasionarse y, por otro lado, la semilla de una inquietud: conectar con algún tipo de yo interior que, de existir, nos otorgaría una vida más sencilla.

Digo que me encontró el libro porque tras leer un par de capítulos levanté la vista y el mar se extendió ante mi totalmente calmo, y a unos cien metros, sobre la arena templada del invierno, una chica meditaba en la postura del loto. Quedaría bien terminar esta reseña diciendo que ahora practico surf. Nada más lejos. Pero, como descubre Jaimal, “estoy aprendiendo a no desear ser otra persona, a ser quien soy, tal cual, sin añadir nada más”.

«Además de Triatleta y compañero de carreras, es un apasionado de la literatura. A partir de hoy podréis leer en el blog su opinión sobre los libros que devora. ¡Bienvenido Pedro!»



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