
jueves, 23 de enero de 2014
> Correr es de cobardes...o no

Hoy hace un año que empecé a correr. Recuerdo aquella tarde
oscura, con mis bambas de basket, mi pantalón pijamero de algodón y una
sudadera vieja... corrí poco, pero planté la semilla. Al día siguiente lo que
brotaron fueron agujetas que me hacían andar cual robot pero esa es otra
historia! Durante este año he visto como paulatinamente el running se ha ido
consolidando como una corriente de moda, cada vez más cadenas de ropa casual
han ido lanzando líneas de ropa deportiva, han ido surgiendo muebles con
calzado de running donde antes no los había, y también, por qué no decirlo, en
este tiempo lo de salir a correr ha sido un tema recurrente en las
"novedades" típicas respondiendo al manido ¿qué te cuentas? En este
escenario, siempre surge el cliché "bah, correr es de cobardes" y yo
me he propuesto en este espacio demostrar que "correr es de cobardes... o
no" en 7 puntos, como suele ser costumbre en esta web.
Cuando empecé a correr la primera iniciativa que me visitó
fue cuidarme más. En ese sentido empiezas a mirar más “por qué” y “cuanto” comes,
porque ya que te esfuerzas en sudar la camiseta piensas "no voy a dejar
que todo este esfuerzo sea en balde", y si ya no digo de entrar en el
mundo de alimentación deportiva, dietas, suplementos etc... En mi caso me
invadió la curiosidad por informarme sobre hábitos de comida sana. Aún no me
queda claro si eso cuadra con cobardía... o no.
Inmediatamente a dar la primera docena de zancadas, si
vienes de una vida -siendo benévolos- "poco deportiva”, te das cuenta que
lo primero que vas a hacer es luchar contra tu cuerpo diciendo “what the
fuck!”, pero una vez pasado ese primer asalto y viendo que las piernas empiezan
a responderte (a veces más, a veces menos) tu cuerpo empieza a sabotearte
porque el running es un ejercicio mental más que físico, y mantener los niveles
de motivación e implicación a veces es duro, más cuando el clima, las rutas por
donde salir, y el ajetreo de la vida diaria no dejan mucho hueco para gastar
suela, pero se consigue! Tampoco me queda claro si entrar en esta lucha interna
y salir airoso es signo de cobardía…Rocío debe ser una cobarde también.
Pasadas ya las primeras semanas, dándolo todo cada vez que
sales, empiezas a tener el efecto “carrera fantasma” y a competir contra ti
mismo. Ese gen competitivo que todos llevamos dentro sale de donde estuviera
escondido y se pone en tu contra, los más atrevidos se compran los gadgets de
runners como relojes con gps con estadísticas, los más prudentes usan
aplicaciones móviles como Endomondo o Runtastic. La cuestión es que empiezas a
querer más, tiradas más largas, bajar el ritmo, ambas cosas! Cuesta empujarte a
nuevos límites, pero lo haces porque quieres dejar atrás la marca del día
anterior y llamar loser a tu yo pasado. Yo no sé si seré cobarde por eso, pero
seguro que mi yo pasado si lo es!
En todo caso, no todo es sufrimiento y ejercicio físico y
mental, correr hace que desconectes del resto de tu vida y te concentres en ir
tirando, sólo está tu camino, tus piernas y tú, en un ejercicio de libertad
máxima, corres porque quieres corres. Dani sabe de lo que hablo, supongo que
seremos un club de cobardes, o no!
El punto más tonto, pero quizá más útil de esta lista es que
pasado este año he adquirido una conciencia espacial tremenda! Antes no sabría
decir más allá de la teoría cuanto era un kilómetro, ahora sí. Cobarde tal vez,
pero saber calcular a pie distancias y tiempo de recorrido es más útil de lo
que parece.
Una anécdota que me pasó en verano es que iba sudando
muchísimo a las 8 de una mañana calurosa de junio sevillano, cuando al cruzarme
con un señor que debía rondar los 70 que corría en sentido contrario al mío, me
animó en plan “venga máquina que tú puedes!” (véase calificativos runners:
campeón, máquina, fiera) y la verdad es que esas palabras me sirvieron para
venirme un poco arriba y terminar la tirada de aquel día. Ese sentimiento de
compañerismo para con otros con los que te cruzas también acabas adquiriéndolo,
pero yo hasta día de hoy aún no he animado a nadie en mis salidas (bueno si,
pero no en voz alta, poco a poco). Aún estoy dándole vueltas si este
compañerismo es producto de la famosa cobardía o no.
En esa línea, en las pocas carreras en las que he
participado en este año, he aprendido que no te puedes fiar nunca de la edad,
sexo o aparente condición física de nadie: quien menos te lo esperas te dobla
en distancia y ritmo casi sin sudar. Aprendes a perder prejuicios sin duda,
esta cobardía da para mucho.
Entonces, y a sabiendas que es un cliché no literal, espero
despojar de la cabeza de cualquiera que pueda leer esto aquello de “correr es
cobardes” en respuesta al running, aunque llevándolo a lo literal una vez más,
entiendo que la pasividad es la mayor de las cobardías, correr es de cobardes…
o no!
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