Esta forma de ver el running, tiene como objetivo final correr con una técnica natural, correr como lo hace un humano. A lo largo de una serie de entradas vamos a introducirnos en el mundo del «minimal running» o «barefoot».
El «minimal running» se enfrenta a las zapatillas amortiguadas y la técnica asociada a ella usando un argumento temporal.
Si hacemos un pequeño ejercicio de historia deportiva, las primeras zapatillas con amortiguación aparecieron por los años 70. Estas zapatillas nos otorgaron la capacidad de alargar la zancada y aterrizar con el talón, de manera que la tecnología nos permitió recorrer una distancia mayor a cada paso. Este beneficio en la zancada, tiene su precio:
- Al aterrizar con el talón sufrimos un impacto mayor al bloquear muchos de nuestros sistemas naturales de amortiguación. La tecnología aplicada a las zapatillas actuales, intenta corregir y proteger en exceso al pie, si permitimos que la zapatilla trabaje por nosotros, nuestros músculos, tendones, articulaciones... se vuelven pasivos, se debilitan.
- Nuestro pie no recibe información del terreno, de manera que nuestro «sistema propioceptivo» deja de funcionar.
¿Qué es la propiocepción?
La propiocepción más que un sentido, es un conglomerado de señales que nuestros sentidos nos envían en cada situación. Nuestro cuerpo tiene la capacidad de recibir y de reaccionar a estas señales en fracciones muy pequeñas de tiempo, de manera natural y automática, regulamos la posición de nuestro cuerpo, la fuerza aplicada y el rango del movimiento para adaptarnos al terreno, al desnivel, la velocidad, etc. Resumiendo la propiocepción nos permite relacionarnos con el entorno de manera eficiente.
¿Qué pasa si corremos descalzos?
Si hacemos la prueba de correr sin nuestras zapatillas, cosa que hemos hecho durante millones de años, es fácil comprobar que corremos de forma distinta. En esta nueva situación, caer con el talón no es una opción, nos duele, entonces, si nuestro cuerpo no está preparado para ello ¿por qué lo hacemos?
Cuando estamos descalzos nuestro «sistema propioceptivo» está alerta y despierto, facilitándonos una información única y de gran importancia para correr. Somos conscientes del terreno que pisamos y nos adaptamos a él. Aterrizamos con la parte delantera del pie, nuestras rodillas se encuentran semiflexionadas, nuestro cuerpo intenta amortiguar el impacto usando nuestros tendones, articulaciones y músculos. El pie se adapta al terreno que pisa, el tendón de aquiles se estira, el tobillo prona y una larga consecución de sucesos dependientes nos permiten correr sin dolor.
En la gráfica donde el corredor pisa con el talón podemos observar un pico de fuerza. En ese instante el corredor tiene que amortiguar una fuerza igual a dos veces el peso de su cuerpo, sin embargo cuando pisa con la parte delantera del pie, el corredor amortigua una fuerza igual a su peso, el pico de fuerza es atenuado por nuestro cuerpo, es decir, pisa más suave
Está claro que correr descalzos en nuestras ciudades no es siempre posible, pero tenemos zapatillas que nos permiten hacerlo de una forma muy cercana a la manera natural de correr protegiendo nuestro pie sin bloquearlo ni limitarlo. En la próxima entrada de «minimal running» hablaremos en detalle sobre ellas.
¿Qué pasa si corremos descalzos?
Si hacemos la prueba de correr sin nuestras zapatillas, cosa que hemos hecho durante millones de años, es fácil comprobar que corremos de forma distinta. En esta nueva situación, caer con el talón no es una opción, nos duele, entonces, si nuestro cuerpo no está preparado para ello ¿por qué lo hacemos?
Cuando estamos descalzos nuestro «sistema propioceptivo» está alerta y despierto, facilitándonos una información única y de gran importancia para correr. Somos conscientes del terreno que pisamos y nos adaptamos a él. Aterrizamos con la parte delantera del pie, nuestras rodillas se encuentran semiflexionadas, nuestro cuerpo intenta amortiguar el impacto usando nuestros tendones, articulaciones y músculos. El pie se adapta al terreno que pisa, el tendón de aquiles se estira, el tobillo prona y una larga consecución de sucesos dependientes nos permiten correr sin dolor.
En la gráfica donde el corredor pisa con el talón podemos observar un pico de fuerza. En ese instante el corredor tiene que amortiguar una fuerza igual a dos veces el peso de su cuerpo, sin embargo cuando pisa con la parte delantera del pie, el corredor amortigua una fuerza igual a su peso, el pico de fuerza es atenuado por nuestro cuerpo, es decir, pisa más suave
Está claro que correr descalzos en nuestras ciudades no es siempre posible, pero tenemos zapatillas que nos permiten hacerlo de una forma muy cercana a la manera natural de correr protegiendo nuestro pie sin bloquearlo ni limitarlo. En la próxima entrada de «minimal running» hablaremos en detalle sobre ellas.
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